El fotógrafo de National Geographic, Paul Nicklen, fue a la Antártica a fotografiar uno de los especímenes más peligrosos, la gran foca leopardo. Lo que sucedió a continuación puede sorprender a cualquiera. Una vez que el fotógrafo estuvo cara a cara con este animal y aterrado de él, la foca leopardo dejó el pingüino que traía en el hocico, se acercó a Paul y abrió la boca directo a su cabeza y cámara agarrándolas "Su cabeza era dos veces la cabeza de un oso pardo promedio, simplemente gigantesca". Entonces el animal le ofreció un pingüino vivo, cuando este se iba, ella iba por otro y repetía lo mismo varias veces. A criterio de Paul, puede que la foca se haya dado cuenta en ese momento de que él era una criatura débil que podría morir de hambre y comenzó a estar algo paniqueada. Así que la foca comenzó a traerle pingüinos débiles y parcialmente, unos muertos. Los empujaba hacia su cámara, probablemente pensando que ésta era su boca. En un punto del encuentro comenzó a darle trozos semi comidos de pingüino. Los próximos tres días que fue a fotografiarla, actuó de la misma manera, alimentándolo para que no muriera.
"Así que vine a la Antártica a fotografiar a este potencialmente peligroso animal, para tener a este gran depredador en la Antártica que me cuide y alimente por cuatro días seguidos para que no muriera"
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